Quienes tenemos hijos pequeños con piel atópica, tememos la llegada de las heladas y de los meses más fríos porque desencadenan la aparición de síntomas. Para que no te pille desprevenida, te explico las causas del problema y te traigo los mejores tratamientos contra esta enfermedad.
Como seguro que ya sabrás, se trata de una afección crónica muy frecuente en los bebés, motivo por el que debemos extremar precauciones y estar atentas a los primeros indicios de sequedad, pero también tomar precauciones previas.
Aunque lo más importante es que mantengas la calma y sepas transmitirle esa sensación a tu niño, que seguramente no entienda qué le sucede. No pierdas de vista que no es culpa tuya y que, al contrario, tu acción es clave para conseguir que ni ellos ni nosotras lo pasemos mal este invierno.
Si quieres descubrir cómo conseguirlo en un tiempo récord, de manera que la dermatitis no os haga la vida imposible, solo tienes que seguir leyendo.
Todo sobre esta afección
Antes de nada, quiero que nos paremos a resolver las principales dudas relacionadas con la piel atópica, para que comprendas mejor cómo ayudar a tu hijo en cuanto aparezcan los primeros indicios.
¿Qué es exactamente?
De manera resumida, podemos decir que se trata de un problema en la composición de su dermis, que por culpa de la falta de cerámidas es mucho más sensible que la media. De esta manera, se ve muy expuesta ante los factores internos o externos, que hacen que pierda hidratación con facilidad.
Como consecuencia, se reseca, lo que da lugar a la xerosis y a una pérdida de elasticidad que hace que se irrite, se enrojezca y, efectivamente, comience a picar de forma irresistible. El problema es que los bebés no entienden que no deben rascarse, lo que agrava los síntomas.
Además, es tan frecuente en los menores de edad porque su piel es un 30% más fina (y, por tanto, más vulnerable) que la de los adultos. A su vez, su pH es más básico y la dermis es incapaz de producir tanta melanina y sebo como nosotros. Por eso, pierde el factor de protección tan necesario.
¿Cuáles son los principales síntomas?
Por mucho que algunos sean evidentes, quiero darte las claves para que reconozcas las principales señales de alerta. Lo primero que debes de saber es que ya desde los dos meses de vida los bebés pueden padecer dermatitis.
El primer indicio es que la piel se vuelve algo áspera, sobre todo en zonas como los codos o las rodillas. Después, se enrojece, arruga y descama, lo que a veces da lugar a la aparición de rojeces y a heriditas que se genera el propio niño con sus manos.
Si aprecias en áreas de su rostro o cuero cabelludo algunas marcas rojas o pequeñas erupciones, ten en cuenta que esto también son consecuencia de la piel atópica. Del mismo modo, si ves que el pequeño intenta rascarse de forma habitual, sospecha.
¿Es potencialmente peligrosa?
Esta pregunta es una de las que más nos agobia a los padres, pues nos preocupa las consecuencias que la piel atópica vaya a tener en nuestros hijos.
Sin embargo, no debes preocuparte, el 3% de la población infantil padece este problema (el porcentaje es incluso mayor en los bebés, ya que llega al 15%) y, en muchos casos, los síntomas son más graves de jóvenes pero se atenúan a medida que crecen.
En algunas ocasiones, las molestias incluso pueden llegar a desaparecer para siempre cuando entratn en la etapa de la pubertad, pero no debes confiarte. Lo mejor es que pienses que ha llegado ahí para quedarse.
Pero no existen riesgos derivados. El mayor inconveniente son las molestias que ocasiona, desde esos incómodos picores a la ansiedad que les genera no entender qué está pasando ni cómo pueden lograr que desaparezcan.
Eso sí, ten en mente que a veces la alergia es la culpable de que se produzcan los picores en primer lugar. Por eso, si tu hijo tiene congestión nasal, conjuntivitis o bronquitis asmática, acude al especialista cuanto antes, para que le manden unas pruebas y determine si necesita medicación.
Por tanto, más allá del estado en el que se queda su piel, no hay nada peligroso derivado de la piel atópica.
¿Qué factores influyen?
Por mucho que se trate de una afección crónica directamente relacionada con factores genéticos, existen ciertos elementos que hacen que se desencadene en primer lugar o agravan sus síntomas.
Entre ellos, uno de los principales y más peligrosos ahora es el clima. El frío es especialmente nocivo para la dermis, no solo porque la reseca. También está el problema de que si abrigamos en exceso al niño, se genera una sudoración excesiva igualmente peligrosa.
En cuanto a los elementos internos, la falta de ácidos grasos esenciales es otro factor que agrava las molestias. La mejor manera para evitar que estas situaciones le afecten, son las que veremos a continuación.
Los mejores tratamientos para los niños
Una vez hemos resuelto las principales dudas relacionadas con qué es esta afección, vamos a adentrarnos en las claves para que sepas ponerle freno antes de que comience y, también, las soluciones clave para paliar las molestias cuando se produzcan.
¿Cuáles son los mejores métodos de precaución?
Como hemos comentado, existen multitud de factores que influyen, desencadenan o agravan la dermatitis. Controlarlos es la forma más eficaz de evitar que nuestro hijo padezca picores. Así que apuesta por la prevención, que es sin duda la clave para suavizar los síntomas de la piel atópica.
Para empezar, ten mucho cuidado con las temperaturas extremas, ya sea el frío helado del exterior o el exceso de calefacción en interiores. Por ello, conviene que lleve siempre ropa de lana que sea transpirable y que protejas también su cabeza y sus manos con gorro y guantes.
A su vez, huye de los lugares con mucho humo (ya sea de tabaco o del tráfico), usa protección solar siempre que vayáis a estar mucho tiempo en la calle y mantén una correcta limpieza y ventilación en la casa para evitar que el polvo o el polen se acumulen.
En la línea de la higiene, evita las alfombras, los ventiladores (aunque sea de aire caliente, ya que mueven las partículas de ácaros) y usa productos adecuados para bebés, en concreto aquellos diseñados para pieles sensibles, ya sean cremas o champús.
De la misma forma, mejor que los baños no sean excesivamente largos ni emplees en ellos esponjas o toallas que no sean de algodón. Tampoco debes abusar de los suavizantes cuando laves sus prendas y, además, es mejor emplear jabones neutros.
Por último, dos medidas esenciales son, por un lado, que vigiles que tu bebé se mantenga hidratado a lo largo del día. Es decir, debe beber una cantidad correcta de agua.
Por otro, corta sus uñas para que se haga menos daño en caso de que tenga necesidad de rascarse. Incluso si tiene un brote severo, puedes ponerle unas manoplas para dormir o siempre que no puedas vigilarlo, para que de esta manera no se haga heridas serias.
¿Qué tratamientos son mejores?
Ya entrando en los métodos concretos para frenar el dolor o la incomodidad una vez aparece, existen varias formas, aunque la principal consiste en emplear cremas nutritivas que permitan que nuestro hijo tenga la dermis perfectamente hidratada, para que no se irrite y dañe.
Los productos profesionales de cosmética son los más adecuados, porque han sido diseñados con ese objetivo en mente y en teoría no deberían tener ingredientes irritantes o perjudiciales de alguna forma. Además, consiguen resultados más rápido y calman el picor desde la primera aplicación.
Luego, como método complementario puedes optar por masajes con aceites esenciales o incluso con mejunjes caseros. De una forma u otra, que los productos sean siempre a base de ingredientes naturales y que no tenga parabenos.
A la hora de aplicarlos, aprovecha el momento posterior al baño, para que la piel esté siempre limpia y la humedad ayude a que penetre mejor. Luego, haz pequeños movimientos circulares hasta que se absorba por completo. Repite el proceso a diario, al menos dos veces al día, ¡y listo!
¿Es necesaria la medicación?
A veces, por mucho que hayas seguido todos estos consejos, la irritación y los picores no parecen tener fin. En esos momentos, aunque sea complicado, debes intentar mantener la calma y acudir a su pediatra, que será quien te oriente.
En ocasiones, si está atravesando un brote serio o muy violento, son necesarias las cremas con corticoides, que le proporcionarán un alivio inmediato. Su aplicación es tan sencilla como las cremas tradicionales, solo que llevan medicación que conseguirán reducir los síntomas rápidamente.
Además, existe la posibilidad de que presente síntomas de alergia, que sean los culpables de su problema. Lo normal es que el médico opte por realizarle unas pruebas (que son totalmente indoloras) en estos casos, así podrás determinar qué elementos (polen, plantas o alimentos) evitar.
Quizá incluso tenga que tomar antihistamínicos, aunque sea temporalmente. Que no cunda el pánico, ya que el especialista sabrá qué es lo que más le conviene a tu pequeño. Por tanto, confía en su criterio y nunca optes por la automedicación, ya que esto podría llegar a ser muy peligroso.
Con todo esto en mente, ya estás preparada para hacer frente a los síntomas y causas de la piel atópica en los niños. Con un poco de paciencia y siguiendo el tratamiento correcto, seguro que consigues que tu hijo no sufra más y que pase el resto del invierno sin picores.